GESTIÓN EMOCIONAL SIN PAÑITOS DE AGUA TIBIA

GESTIÓN EMOCIONAL SIN PAÑITOS DE AGUA TIBIA

Todos en algún momento de nuestra vida hemos experimentado la sensación de malestar emocional. Por lo general esa sensación tiene su propio nombre según cada uno: nota baja, down, medio depre, angustia, crisis existencial, o cualquiera que sea el nombre que le pongas siempre es válido, pues es la manera que encuentras de racionalizar esa emoción. 
Lo de ponerle nombre me parece un ejercicio interesante, el lenguaje es una vía certera para identificar nuestras interpretaciones o distinciones personales; pero más allá del nombre que le demos a nuestro malestar psicológico (puedes reemplazar esta palabra por el nombre que mejor describa el tuyo) es, ¿qué hacemos para gestionarlo? Aquí es donde radica lo importante. 

Con más frecuencia de la que quisiera escucho frases como: “piensa en otra cosa”, “tienes más cosas por las que estar alegre” “ocúpate en otras cosas para distraer la mente, haz lo que te guste hacer” “repite las frases en positivo”… podría seguir mencionando muchas de estas a las que llamaré “Pañitos de agua tibia psicológicos” porque, si bien logran un efecto medianamente resolutivo en el corto plazo, no generan un impacto mayor y tienden a dejar de ser efectivos con el tiempo y las repeticiones. Me gustaría compartir contigo lo que pienso de cada uno de estos pañitos. 

“Piensa en otra cosa”  Yo en cambio digo: Piensa sobre eso. Pedirte que pienses en otra cosa es algo así como decirte: No pienses en un elefante rosado en la sala de tu casa. Por tendencia en este momento te imaginaste un elefante rosado. Es igual con este tipo de frases. Pueden pasar dos cosas con ella: o piensas mucho más en eso que te mortifica o lo sacas realmente de tu mente tratando de reprimir la emoción. El efecto de esto último es algo así como acumular el sucio debajo de la cama… algún día sale.  Mi recomendación es pensar en ello de forma efectiva, sugiero hacerte preguntas como: ¿qué sucede conmigo, qué es exactamente lo que siento o lo que me pasa? ¿desde cuándo me siento así? ¿pasó algo puntual en ese momento que pudo desencadenar ese malestar? ¿cómo deseo sentirme? ¿es frecuente esta sensación? En este momento puedes retomar el nombre que le pones, te ayuda a entender tu relación con el malestar. 

“Tienes más cosas por las que estar alegre” Puedes reemplazar alegre por agradecido, feliz, o cualquier otra emoción socialmente entendida como positiva. 
Primero quiero decir que yo tengo la convicción de que el agradecimiento y la felicidad son una forma de vida y que agradecer es una práctica poderosa que genera mucho bienestar. Pero, eso no quiere decir que no tengamos “derecho” a experimentar otras emociones como la tristeza, la rabia, la culpa, el enojo… TODAS LAS EMOCIONES SON VÁLIDAS y reprimir no es una forma de gestionar. Mi recomendación es permitirte por un momento experimentar esa emoción, especialmente para identificarla plenamente. Podemos estar tan poco acostumbrados a pensar sobre nuestras emociones, que muchas veces tendemos a confundirlas. Escucho personas decir que están enojadas cuando en realidad lo que sienten es una profunda tristeza. 

“Ocúpate en otras cosas para distraer la mente, haz lo que te guste hacer” Si bien hacer cosas que disfrutemos es una práctica muy efectiva para movilizarnos a otras emociones, tomar este camino sin hacer una previa gestión emocional tiene el mismo efecto represivo, más temprano que tarde la tibieza del pañito se va perdiendo y corremos el riesgo de trasladar el malestar incluso a esos espacios que antes solíamos disfrutar. No necesitas distraerte de ti mismo, necesitas ocuparte de ti. Buscar ayuda cuando la necesitamos no es cobardía, por el contrario, es un acto de responsabilidad contigo mismo; si sientes que vas a requerir apoyo para salir de esta situación pues adelante, hay un universo de profesionales en diferentes ramas que están esperando acompañarte en el proceso. 

 

“Repite las frases en positivo” Por alguna razón hay personas que han creído el supuesto de que basta repetirte una frase en positivo para que se convierta en una realidad. No nos confundamos, una cosa es que la manera en que nos comportamos es el resultado de lo que pienso de mí mismo, ejemplo: si digo de mí que soy impuntual y lo tengo como creencia central, entonces en consecuencia me doy “permiso inconsciente” para llegar tarde. Sin embargo esto no quiere decir que si repito mil veces que soy puntual mirándome al espejo, como por arte de magia voy a dejar de serlo. En ocasiones funciona que si lo digo en voz alta, me comprometo socialmente con esta distinción y comienzo a esforzarme por llegar temprano y ser coherente con lo que dije, pero por lo general solo lo hago en los escenarios en los que asumí ese compromiso social, y luego… se va desvaneciendo. Ahora bien, si yo entiendo y fundamento mi juicio, valido esas distinciones acerca de mí, y decido voluntariamente modificarlas desde la base, entonces cambiar mi lenguaje es muy válido porque estoy trabajando sobre la creencia central y de esta forma sí que tiene poder la palabra. 

Te invito a identificar cuáles son tus “pañitos de agua tibia” que calman pero no curan, y avanzar en el camino de la gestión emocional de forma efectiva y responsable, sin pausa pero sin prisa.  Recuerda #SerMasEsPosible

 

Por:

Laura Gonzalez